¿Debo cambiar yo o mi punto de vista?

Debo cambiar yo o sólo mi punto de vista?

TL;DR: A veces, que te digan que “eres demasiado (algo)”, dice más de los demás que de ti.

¿Cuántas veces te han dicho, o hecho sentir, que eres “demasiado” perfeccionista, apasionada, preguntona o impaciente, que piensas demasiado, o que tienes (demasiado) carácter?

En general, se usa la palabra “demasiado” para valorar algo que no es agradable o aceptable. Lo que es peor, “demasiado” es imposible de cuantificar, con lo cual no sabemos cuanto “menos” se espera que seamos. Lo que es demasiado para una persona o contexto, puede ser aceptable para otros. ¿Cuántos grados son “demasiado calor”? 

“Demasiado” es una valoración cultural y contextual. Es una apreciación basada en nuestras experiencias, expectativas, o preferencias. Cuando te “acusan” de “ser demasiado (algo)”, es que hay algo que les incomoda, molesta, no les encaja o les empuja fuera de su zona de confort.

Es cierto que hay comportamientos desmedidos, tóxicos, que hacen daño a todos. Los límites de lo aceptable podrían ser definidos preguntándonos ¿este comportamiento hace daño —real o percibido—, o simplemente molesta, incómoda o crea fricción?

Si te han dicho que eres “demasiado” y el resultado de tu acción es que incomodas sin hacer ningún daño, es posible que a lo mejor no haya nada “mal” contigo, sino que simplemente estás teniendo un impacto que no encaja con las personas en tu entorno, o con el sistema cultural que es la empresa donde trabajas.

Si esta es tu situación, y has llegado a pensar que hay algo mal en ti, que debes cambiar, te invito a reflexionar lo siguiente:

  • Si lo único que esperas es que se hagan las cosas con cuidado en vez de prisa y corriendo para entregar, no eres “demasiado” perfeccionista. Tal vez sea que esperas que las cosas sea hagan con esmero.
  • Si crees que parar a pensar un poco antes de salir corriendo a hacer lo que sea por cumplir una entrega, no es que pienses “demasiado”. Es que eres estratégica y sabes que nunca hay tiempo para pensar, pero siempre hay tiempo para arreglar los errores (con los problemas que esto acarrea)
  • Si no te quedas callada ante la injusticia o posibles errores, y te expresas con firmeza, no tienes “demasiado” carácter; estás empoderada.
  • Si te desespera cuando se toman decisiones arbitrarias y cortoplacistas (donde es muy posible que nadie gane), y la peleas, no es que eres “demasiado” apasionada, preguntona o perfeccionista. Quieres que el trabajo sea haga de manera eficiente y que tenga un impacto real.
  • Si te pone muy nerviosa que estén todos muy calmados cuando sabes que algo se va a romper y nadie está haciendo nada, no eres “demasiado” nada: es que tu sistema nervioso simpático está activado frente a una amenaza.

Si has llegado hasta aquí, es posible que quieras una “solución”.

No hay una “solución” que sirva para todas en todas las situaciones. Lo que sí hay es la oportunidad de cambiar de punto de vista. Tomar distancia y mirar lo que ocurre más allá de lo puntual y de lo evidente. Podemos aumentar nuestro entendimiento de la situación, mirándola de otra perspectiva, pero también buscando patrones a lo largo del tiempo. Podemos entender, evaluar y analizar de una manera más sistemática.

Para ayudarte en el proceso de reflexión y descubrimiento te invito a contestar las siguientes preguntas.

  • ¿Qué valores predominan en la cultura de la empresa?
  • ¿Cuáles son las características y nivel de comportamiento deseados y premiados?
  • ¿Qué brechas hay entre la cultura de la empresa y tus valores, expectativas, y creencias?
  • ¿Quiénes te han dicho que eres “demasiado”, y para qué te lo han dicho?
  • ¿Quiénes se molestan o te ignoran cuando insistes que algo no está bien? ¿Qué ganan con esto?
  • ¿Quién te ha hecho sentir que “parar a pensar” no está bien, que hay que moverse, hacer? ¿Qué hay detrás de este comentario?
  • ¿Quién y cuándo te han hecho sentir que preguntabas u opinabas demasiado? ¿Qué ganaban con esto?
  • ¿Quiénes te han dicho que, ante una injusticia o problema, tienes que tomártelo con “más” calma? ¿Para qué te lo han dicho?
  • ¿Qué tanto esfuerzo debes hacer para conformar con las expectativas de los demás? ¿Qué ganas y que pierdes siendo “menos…”?
  • ¿Qué efecto (acumulado) tiene en ti que tu entorno te descalifique, ignore (a pesar de la evidencia), o te digan que eres “demasiado”?

Para ayudarte a ver las cosas desde otro ángulo, te comparto algunos temas que tal vez no hayas considerado:

  • Tal vez estés lidiando con lo que se llama “Síndrome de la Amapola Alta” donde, a veces, la persona que más hace y más talento tiene es vista como una amenaza por sus colegas o jefes.
  • Quizás lo que molesta es que dejes en evidencia sesgos o carencias.
  • Tal vez, sin quererlo o darte cuenta, estés amenazando posiciones de autoridad o poder.
  • Puede ser que en la cultura de tu empresa, el comportamiento premiado sea uno de acción, cortoplacista, enfocado a hacer pero no a “hacer bien”.
  • (De lo siguiente se habla muchísimo, y es posible que ya lo tengas en cuenta, pero lo menciono igual) Puede que, por ser mujer o de una minoría, te estés enfrentando a discriminaciones internalizadas.
  • Si eres más junior que la gente en la reunión, puede que piensen que tus preguntas o comentarios no sean válidos. Ser más junior no impide que tengas buenas habilidades de pensamiento crítico y análisis.

Las personas y los sistemas son demasiado complejas, y puede haber muchos otros factores a tomar en cuenta.  Pero con estas preguntas, espero hayas comenzado a ver que no todo lo que se ve como “demasiado” es malo. Espero que puedas comenzar a ver tu “demasiado” como algo para valorar y defender.

¿Cuál es tu experiencia? ¿Qué has aprendido? ¿Qué opinas de esto?

Puedes dejar tus comentarios, dudas u opiniones debajo, o en privado por email a mail@gabyprado.com.

También, si te interesa, recuerda que te puedo acompañar en estas reflexiones (y otras) a través de un proceso de mentoría/coaching

Foto de Denys Nevozhai en Unsplash

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